Historia de un Viernes.

 VIERNES.

Recuerdo sentarme en el sofá del salón un Viernes, si, un Viernes cualquiera. Hablo del Carlos de 19 años, corría el año 2011 en un mes frío como Noviembre aunque a esa edad importa poco los grados porque ya tenemos los nuestros bastante alterados. Nunca fui de a los que le emocionaba salir con los amigos porque sí, por rutina o porque hay que hacerlo. Gracias a pensar así nació esa tarde noche de repente en casa y solitario la historia que os cuento. No era la primera tarde que decidía bajarme del carro de la quedada. No me malinterpreten, era yo. Para mí el hecho de disfrutar no era, ni es, hacer todos los Viernes lo mismo y mi manera de ver la vida era bastante distinta al resto al menos a la hora de sentirse pleno. No es mejor ni peor lo que hacían los demás, sólo distinto. Con el tiempo piensas que eres raro pero después con la experiencia que da la vida te das cuenta que es sólo un problema de compatibilidades, tu gente de la infancia y de toda la vida no tiene por que ser  tu alma gemela y hay mil hay fuera que pueden serlo. Lo mas importante es no obsesionarse con buscar nada de nadie, mas bien es buscar lo que tienes dentro y conocerte lo suficiente como para que tus 24 horas de día no sean un suplicio. 

El Viernes anochecía y yo en casa, en el sofá que os he dicho pero que con el tiempo cambié y comencé a  acercarme al sillón ya mas cercano al televisor. Mentiría si dijera que recuerdo los canales en los que hice zapping. Lo que si recuerdo es donde acabé quedándome. Marca TV tiene la culpa. De repente aparqué el mando en el reposabrazos al toparme con un deporte en la TV  que conocía de oídas, cuando digo oídas digo ver vídeos de "hostias" en Youtube de Tyson o oír hablar de una pelea a 15 min de mi casa de "Chupete" en el año 2006, eso es todo lo que conocía de boxeo, nada. Yo soy una persona que no le hace ascos a ningún deporte, al menos le doy la oportunidad de verlo lo único que con el boxeo eso no había pasado por la inexistencia de dicho deporte en televisión en abierto. Fútbol, ciclismo, tenis... esos deportes los seguí siempre pero como decía soy una persona que le da una chance a muchos otros deportes, los JJOO para mí son religión y cuando veo un deporte nuevo para mí en cosa de 5 minutos, no soy un experto en el, pero si puedo llegar a ser un hooligan y pasar una gran tarde.

Ya era de noche "gracias" a ese horario infantil ridículo lo recuerdo. El boxeo alumbraba mi salón, bueno el de mis padres. Decidí darle esa oportunidad que nunca le negué a ninguno deporte. No sé ni por donde empezar. El programa comandado por Jaime Ugarte y Emilio Marquiegui ofrecía un combate de una estrella del boxeo con su posterior victoria para seguir con la de otra estrella. Fórmula infalible para crear hype. De ambas peleas habías visto a dos grandes campeones ganar por KO. En ese momento mi mente y la de cualquier novato visualiza a los dos ganadores que ha visto en dichos encuentros como invencibles pero además los ves mas fuertes que un superhéroe de Marvel aunque no me gusten un carajo esas películas. Acto seguido de ver a dos boxeadores ganar e ir aprendiendo como funcionan las reglas que eran desconocidas para mí como el 10-9 por asalto. Anunciaban que iban a retransmitir una pelea de los "Invencibles" entre ellos, digo invencibles porque como dije antes para un novato en estas lides el ver a una persona tumbando y apabullando a otra lo convierte en eso. 

Empieza la fiesta. Un puertorriqueño al que le gustaba menos el cuerpo a cuerpo y un mexicano que moría por estar pegado a ti para que no te escaparas de sus garras. El combate empezó y tanto la pelea como los comentarios de Ugarte y Marquiegui hicieron un conjunto lo bastante emocionante. Cuando no entiendes te dejas guiar un poquito y ves que alaban las esquivas y contragolpes del boricua que con una precisión de cirujano estaba mucho mas acertado que el mexicano. El mexicano yo sabía por la pelea previa, si, -esa que me había hecho verlo como invencible- que buscaría a su rival hasta hacerlo caer pero por el momento nada de nada. Con el paso de los rounds el "estilista" según los comentaristas, -ya digo que yo no sabía terminología- estaba bajando a nivel de movimiento y se quedaba mas parado expuesto a los golpes del mexicano. A estas alturas de la pelea yo ya estaba enamorado del estilo del primero, moverse y pegar, esquivar y pegar. Llevaba 1 hora viendo boxeo y yo ya me sentía identificado con un estilo de boxeo hasta que me muera. Y dicho estilo acabaría mal esa noche, el mexicano cada vez conectaba mas manos peligrosas tanto es así que en el penúltimo asalto hizo abandonar a su rival que ponía rodilla en el suelo con la cara ensangrentada. No era capaz de expresar lo que había visto. Un boxeador dominante y mucho mas hábil que esquivaba los golpes que lanzaba su rival estaba en la lona y rendido. Esos gestos técnicos fueron los que me enamoraron de este deporte en ese mismo momento pero la crudeza de que ese hombre mas artista y mas vistoso acabara abandonando tras ser apabullado casi al final de la pelea me pegó un golpe mas duro que los que se dieron esa noche. En ese mismo instante me pregunté el por qué  yo no había conocido antes esto. Tanto tiempo sin disfrutar de esa película de suspense, de ese best-seller de misterio y acción a la vez. Para mí fue juntar arte, emoción y drama en un mismo cóctel,  encerrar ese drama en un ring, un tiempo delimitado y que tus sentimientos exploten.  No me iré sin decir los nombres de los protagonistas. Uno era Miguel Cotto, mi primer ídolo del boxeo pese a que perdiera esta pelea, eso me dio igual ya que ayudó mas que nadie a que empezara a amar el boxeo esa misma noche. El otro protagonista fue Antonio Margarito, un guerrero como pocos, un villano como nadie para mi en esa gran pelea.


SÁBADO

Esto será corto. Levantarme de aquella noche tan increíble fue extraño. A la primera persona que vi al ir a desayunar fue a mi madre. Le dije -con cara de no saber las emociones que había tenido el día anterior- ¡Mama! Anoche vi algo increíble, he descubierto algo que me encanta. ¡El boxeo!. Ella siguió andando y me ignoró sin imaginarse que ese sería el punto de inflexión de mi nueva pasión que ella conocería de mí hasta los 30 años que tengo actualmente. Ella ha vivido esa transición día a día de mi pasión pero esa mañana no imaginó nada de eso. Yo ese día estaba como impactado por lo vivido como si hubiese estado en la fiesta mas grande del mundo pero mas impactante porque conocí algo que intuía que me acompañaría toda la vida como así esta siendo. El Sábado siguió con un Carlos de 19 años un día después buscando en Youtube y Google los records y las peleas pasadas de ambos boxeadores y conociendo mas y mas de este deporte.... Como anécdota decir que en Marca TV dieron esa reposición el Viernes porque esa misma noche de Sábado o a la semana siguiente, no me acuerdo del todo, era la revancha de dicha pelea con lo cual emitieron el primer encuentro para que la gente lo recordara y crear expectación. A partir de ese día hasta hoy no he parado de ver boxeo semanalmente tanto el boxeo actual como una revisión al pasado viendo a los mas grandes de la historia. También en literatura. También lo practico en la mejor escuela, la Escuela de boxeo Rayfer de Ciudad Real. Un amor de 11 años y espero que dure hasta mi muerte.

Posdata: Cotto vengó su derrota.


A continuación una foto mía 10 años después de los hechos relatados:





Carlos Fernández Gómez.





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